Actualizada con el fallo del Jurado
sábado, 21 de febrero de 2015
lunes, 16 de febrero de 2015
1914 PROGRAMACIÓN DE LOS FESTEJOS PARA LAS FIESTAS DE ABRIL
AÑO XIII — Número 4.383 El Liberal Miércoles 11 de Febrero de 1914
Las Fiestas de Abril
Estova muy bien
Las fiestas de este año de
gracia de 1914 van a ser memorables, según el deseo de nuestro Alcalde Mayor
don Laureano (que Dios guarde) el cual ha levantado la bandera de enganche para
que a su amparo haga su filiación todo murciano de buen nombre y sano
patriotismo.
Tales serán las fiestas de
hogaño que dejen nombre a las generaciones venideras que dirán de nosotros los
del 14 año de gracia, que fuimos los más es, forzados paladines del palenque
sardinero y sus adlátere festejos.
Pudiéramos decir muy bien con
aquel clásico salmantino llamado D. Diego, que éstos serán festivales de
Pandero, castañuelas y cascabel gordo; que así lo quiere la alegría de la
tierra preñada de semillas e hidrópica por la voluntad de los cielos, que han
llorado más que millones de billones de trillones de Jeremías: y cuando lloran
los cielos aquí, hay que alegraren por la tierra; que bastante se ríe el sol de
nosotros durante nuestras penas y dolores por obra y mala voluntad de la sed
tartárica.
Queremos decir todo esto, al
tanto de ser hoy día de glorificación murciana; que la alegría del vivir se nos
mete por los ojos y no hay más remedio que pegar el contagio de los tocados de
peste sardinera.
Un murciano, más apreciado aquí
en esta sombra de la Torre que un regalo de monja en día de santo, nos ha
enviado el regalado presente de su corazón, rememorando sus años pretéritos al
requerimiento de los leales paisanos y tal vez dándole en la nariz el humo de
los chisperos que enciende la sangre y remoza el espíritu.
D. José García Muñoz, letrado
puritísimo que fue de este ilustre Colegio de Abogados y arrancado de nuestros
brazos por el implacable Himeneo, viene a su tierra a clavar la bandera
arriada, lacia y triste hace años, de aquellos es forzados capitanes que se
llamaron y aun se llaman en los fastos históricos, pontífices del orbe
sardinero murciano.
Y nosotros decimos que este
popular hijo de Murcia que viene a saludar a su tierra enmedio de esa lluvia le
fuego de las bengalas, del rudo martilleo del Vulcano y de las argentinas
escamas de la Sardina, bien merece que se le reciba con un abrazo grande y
fuerte, tan grande cromo Murcia, tan fuerte como todos sus brazos juntos.
Los dioses lo bendigan y ellos
lo traigan bienaventurado a este regazo verde y oloroso, que lo espera como
Calipso desconsolada a Ulises.
Con nuestros brazos cuenta los
primeros el valiente letrado de este Ilustre Colegio de Abogados de Murcia
transformado por feliz encantamiento en Gran Pez de la resucitada grey
sardinera, que habla descansado en paz, por breve tiempo.
Ahora vaya una filípica para esa
Federación Agraria, cuyo presidente, el señor don Juan Velasco rige con gran
tino, y acuda si es cierto su amor a esta Murcia al requerimiento que en
sesiones pasadas se le hicieran, para dar en esta ciudad el bando de buen
gobierno, que hoy más que nunca esta vega necesita, con arreglo a los usos y
costumbres de los buenos huertanos.
Sepa el señor Velasco, que hay
una mañana en nuestras fiestas cívicas que es así como la plaza pública en que
los tribunos romanos hablabas a su pueblo; y pues que el pueblo veguero está
ansioso de palabras de su pedáneo más sabihondo, salgan a esa plaza zaragüelles
y esparteñas, calañeses y monteras, peinetas y postizas, requintos y soflamas,
y vamos a decir a los ciudadanos cuantas son tres y dos y en qué país vivimos.
El Bando de la Huerta tiene sitio de preferencia en las fiestas
murcianas; el señor Velasco y sus sindicatos dirán si ese sitio va a quedar
vacío, este año en que todos los murcianos pensamos sacar muestra ropica de lo
más hondo del arca, para que trascienda a Murcia el olor a membrillo y a
pachuli.
Conque ¿qué va a ser?
P.
JARA CARRILLO
AÑO XIII – Número 4.387 El Liberal Domingo 15
de Febrero de 1914
Diario de Murcia
El Bando de la Huerta de este
año va a ser no una ficción, una mascarada, como ha sido siempre, sino una
realidad. En sus principios, este festejo, que encajaba perpetuamente en los
carnavales, lo idearon y lo representaron don Joaquín López y don Pedro Aceña;
de las cuales, el primero, hablaba el panocho y lo escribía muy bien y el
segundo caracterizaba en su cara nariguda, tipos vivos de huertanos. Puestos
ambos sobre una carreta, eran la alegría de toda Murcia el primer día de
carnaval. Los bandos que leían, graciosos ellos y de sana intención, causaban
la hilaridad general. Este fue el periodo primitivo y clásico de los bandos de
la Huerta.
Después, se unieron a López y
Aceña, algunos amigos suyos, jóvenes y alegres como ellos y se quiso dar a los
bandos más importancia y significación, formando de ellos mascaradas, con
asuntos de actualidad política como la Rueda de la Nora, o de tradiciones
huertanas como el Moro vesivilo. Últimamente, en estos últimos años, se le ha
resucitado como empezó, como fue en el periodo primitivo y clásico.
Pero, en todo tiempo, el Bando de la Huerta lo han hecho, lo han
organizado y lo han representado señoritas de Murcia, no con ánimo de molestar
a los de la Huerta, que eso no lo tuvieron nunca, pero sí para hablar en su
nombre y en su lenguaje y decir, a veces, verdades crudas en defensa de las
costumbres e intereses de los huertanos.
Mi amigo don José Frutos y yo
somos los que más bandos de la Huerta hemos escrito y no nos remuerde la
conciencia de habernos burlado nunca de los huertanos; por más que a éstos
nunca les fue muy simpática tal diversión carnavalesca.
Pero este año, la farsa va a ser
una realidad. Va a hacer el Bando la propia Federación Agraria, la
representación más numerosa que ha tenido la Huerta de Murcia, una asociación
que formado en poco tiempo para la defensa exclusiva de los Intereses y
derechos de los huertano y que sabe, a donde va.
De esa Federación son los
organizadores del Bando de le Huerta
de este año, los que has de redactar las soflamas y los que han de leerlas en
las calles y plazas de esta ciudad. Yo espero que lo harán todo bien y que no
confiarán al éxito de su Bando al ese y intención de lo que digan y
despotriques, sino que procurarán, lo primero, que ese Bando sea una
manifestación artística de las bizarrías de la Huerta, de sus tipos, de sus
clásicos trajes, de sus músicas, de sus cantares, y de su ingenioso lenguaje.
Ya que lo van a hacer huertanos,
que sea el Bando huertano de verdad, digno de pasear las calles de Murcia y
digno de que las muchachas de la Huerta ostenten en él su belleza y sus
candores.
J.
M, TORNEL
AÑO XIII Número .4.398 El Liberal Jueves 26 de Febrero de 1914
FIESTAS
DE ABRIL
A las comisiones
recaudadoras
Para esta tarde a las dos se
cita a las comisiones recaudadoras para el Entierro de la Sardina, en los
sitios que se designaron en la última reunión del Ayuntamiento, con objeto de
proseguir la recaudación comenzada.
Bocetos de Carros
Los que piensen tomar parte en
el Entierro de la Sardina enviarán los boletos al Secretario señor Jora
Carrillo, con objeto de que este los someta a la aprobación de la junta.
Se ruega que dentro de breve
plazo estén los bocetos presentados.
Batalla y Corso
Estos festejos serán brillantes,
más si cabe que los años anteriores, y sabemos que sus respectivos presidentes
trabajan porque superen a los ya realizados.
Aún no se ha decidido si estas
fiestas se celebrarán en el Parque,, aunque sabemos que se estudia el medio de
vencer ciertas dificultades para que puedan tener lugar en dicho sitio.
El orden de los festejos
Parece ser que el señor Alcalde
ha determinado ya, de acuerdo con las comisiones; respectivas, que el orden de
los festejos sea el siguiente:
Domingo, 12 de Abril, Batalla de
Flores.
Lunes, 13. Caso Blanco.
Martes, 14. Aviación y Entierro.
Miércoles, 15, Bando de la Huerta y Corrida de Toros.
La fiesta literaria, se
verificará el domingo 15.
Rebaja de trenes
Este año solicitará el alcalde,
de las Compartías de ferrocarriles, edemas de la concesión del Botijo que ya
está pedida, rebajes especiales, para cada uno de los festejos.
También se solicitará una rebaja
de precios en tos billetes de ida y vuelta desde Madrid y otras poblaciones,
para todas aquellas personas que no puedan venir en el Botijo o que no quieran
sujetarse a los días que dicho sud exprés se sujeta.
Todas esas gestiones merecen un
caloroso aplauso para el señor Albaladejo, que seguramente, va a conseguir que
este año se vea Murcia como nunca favorecida por los forasteros.
Y a eso es a lo que debemos
tender todos los murcianos, cooperando a la brillantez de las fiestas.
sábado, 14 de febrero de 2015
INSIGNIA
ESTA IMAGEN SIRVIÓ DE MODELO PARA HACER EL ESCUDO DE LA PEÑA LA HIJUELA
LA MORA Y EL ALAMBRE LA COLOCACIÓN DE LOS BRILLANTES
Maqueta Jesús F. F.
EL DISEÑO ESTABA PREVISTO PARA INSIGNIA DE ORO Y DE ORO Y BRILLANTE
lunes, 2 de febrero de 2015
ENTIERRO DE LA SARDINA EN LOS CARNAVALES DE 1860
EL ENTIERRO DE LA SARDINA
DOCUMENTO
CURIOSO DE LOS CARNAVALES DE 1860 Y LA RIVALIDAD ENTRE CARTAGENEROS Y MURCIANOS
NUM.
630 MIERCOLES
28 DE MARZO DE 1860 AÑO
III
LA PAZ DE MURCIA
DIARIO DE NOTICIAS Y ANUNCIOS
DIARIO DE NOTICIAS Y ANUNCIOS
Para que
la opinión pública a cuyo fallo nos sometemos gustosos, forme un juicio exacto
del incidente a que ha dado lagar la carta que el Diario de anuncios de Cartagena insertó en su núm. 50, a
continuación copiamos dicha carta, la contestación que a ella dimos en LA PAZ
de Murcia, número 635, y la que aquel diario da en el 64.
He aquí
dichos documentos:
Carta
del Diario de Cartagena de 29 de febrero de 1860.
Inolvidable
amiga: he recibido con sumo placer la tuya del 22 en que dices que Ricardo y tú
y todos suspiráis por mi ausencia ay! yo deseo también que termine pronto, pues
no sé qué manía tenemos las cartageneras que no nos encontramos bien más que en
Cartagena, y eso que Murcia me gusta mucho; es una ciudad bellísima, alegre,
rica, bulliciosa, elegante, deliciosa en fin: este Carnaval ha sido aquí frio y
desanimado, como en esa, como en Madrid, como en todas partes: los pollos de
por acá, (que, entre paréntesis son muy amables y bailan mucho, sobre todo,
unos que están estudiando fuera de aquí y han venido a pasar las fiestas con
sus familias) dicen que la frialdad del Carnaval estriba en que después de la toma
de Tetuán no puede haber nada conmovedor y animado como no sea la toma de Tánger.
¡Pobrecitos los que están en África! Nosotras, como no entendemos de estas
cosas, somos partidarias de la paz.
Poco
puedo contarte, Amalia, que te interese, pues sabes que yo aquí no conozco a
nadie ni tengo relaciones, y así es que he estado sosa en el carnaval, medio
aburrida en los paseos y aburrida del todo en los bailes; pero voy a decirte
algo del Entierro de la Sardina que
es en Murcia una magnífica mascarada, que no va en zaga a las que dice Ricardo
que ha visto en. Roma, Nápoles, Florencia, Milán y Barcelona, advirtiéndote que
me dispenses si incurro en algunas inexactitudes porque vi muy pocas cosas del
tal Entierro y esas no las vía bien
por estar muy mal colocada.
El día 17
por la tarde salieron las máscaras a La
Sardina que figuraba venir de ese puerto; y el 19, primer día de Carnaval
se publicó el bando de la Huerta, que
está muy bien escrito y que debe ser obra de Arroniz o López o algún otro de
los buenos muchachos de por acá por la tarde salió una mascarada que figuraba
un ayuntamiento con el gobernador a la cabeza, acompañantes, maceros,
municipales, etc. todos vestidos a la antigua y con ricos trajes, conduciendo
en un carro-mato a la pobre sardina sentenciada a la, pena capital, y al
emperador de Marruecos, a quien, por incidencia, condenaron lambiera a muerte,
leyendo en voz alta la causa criminal que la habían formado ¡Que ajeno estará
él de todo esto, allá en Mequínez entre tanta esclava bonita! Jesús! que rabia
me da que esos diablos de moros tengan tantas mujeres como cuentan de ellos!
Nuestros señoritos, Amalia, hacen bien en contentase con una…. lo malo es que a
lo mejor dicen que aun esa les sobra.... Volviendo al suplicio del emperador de
Marruecos, si a él le dijeran que por acá hacíamos esto con su majestad soberana,
paréceme que diría: pues ahí me las den
todas. Debe ser muy bruto. —No te hablo de otras mascaradas que hubo el
primer día porque no las vi, y, como el segundo día fue tan malo de agua,
viento y nieve, no vi ninguna tampoco— El tercer día, salió, por la mañana, del
casino, una brillante comparsa a publicar el bando de los caballeros: llamaron a
esta comparsa la guardia negra e iba formada por cerca de doscientos caballos
ricamente enjaezados, con vistosos paramentos, y ,con sus jinetes vestidos
también con el mayor lujo y con el más delicado gusto. Al anochecer recorrió
por fin la carrera el Entierro de la
Sardina, en el mejor Orden y con verdadera magnificencia: aunque, repito,
no le vi bien, creo que iba en la forma siguiente:
Un
piquete de batidores dispersando a la multitud impaciente y apilada.
Cuatros
enormes gigantones representando las cuatro partes del mundo custodiados y
alumbrados por muchas máscaras uniformadas con rareza y elegancia.
Una
música y detrás un coche perfectamente adornado dentro del que iban los restos
de la casa del emperador de Marruecos, escoltando y alumbrado por marineros que
llevaban en el sombrero esta inscripción: La Perla…… ¡la Perla! ¿Comprendes,
Amalia? ¡Cómo me acorde de Ricardo!
Otra
música y otro coche que figuraba una fonda de dos pisos en cada uno de los
cuales comían grandemente doce mamelucos en celebridad de nuestros triunfos en
África, todo exornado, escoltado e iluminados con riqueza y buen gusto.
Otra
música y un vapor que tenía por nombre «Tetuán» y en los costados dos
inscripciones que decían: «Dedicado a «O'Donnell.»
Iba tripulado por oficiales de marina (nada más que oficiales), que desde
bordo iban tirando al aire bombas y luces de colores, y a nosotras dulces y
llores a los balcones: este carro iba tirado por dos bueyes preciosamente
adornados.
Un bergantín
llamado «Africano» tripulado por
marineros (nada más que marineros), que también nos arrojaban luces,
ramilletes y golosinas. Ambos buques iban exornados, iluminados y acompañados
con profusión y esmero; pero tanto uno como otro estaban, a mi cortó entender,
mal hechos y peor aparejado: hasta decirte, chica, que el bergantín no tenía más
que un foque, y ese lo llevaba al revés…..en
fin, si Ricardo hubiera estado se hubiera reído más y mejor.
Una colección
de enanos horriblemente feos.
Otra de
patos, muy bonito, con su música.
Te
advierto, Amalia, que esta música iba tocando los lanceros, y unos pollos que había en nuestro balcón nos propusieron
bailarles; como nuestra afición es tanta, aceptamos, así es que no puedo darte
cuenta de la infinidad de coches que después pasaron, porque no los vi, ni tampoco
de una porción de comparsas a pie y a mi caballo que eran el principal lujo de
la mascarada; ocupabame yo de hacer a mi pareja (que era un muchacho muy
frescote; muy guapo y muy gordo) un saludo la Maintenor, cuando oímos gritar «la sardina, la sardina» Corríamos
al balcón y en efecto, precedida de una banda militar, lujosamente decorada,
escoltada como un capitán general y seguida de la guardia negra.
Iba detrás
un gran coche que llevaba dentro una cosa que, me pareció una familia real,
aunque en verdad no sabía yo explicarme a qué venia aquello allí, ni qué, querían
decir los enterradores de, la sardina llevando deltas del difunto pez á tan
encopetados personajes, que iban no sé si presos o escoltados por una sección
de elegantes jinetes que daban fin y remate al entierro y a la mascarada.
El todo,
Amalia, es una cosa sorprendente y digna de primeras capitales de Europa y
habla muy alto en pro del desprendimiento, buen humor y gusto de los socios del
casino murciano. Un señor muy viejo y
raro que había en el balcón a mi lado, me dijo que toda aquella mojiganga que
habíamos visto pasar, costaba muchos miles de duros, y este dineral estaría
mejor empleado en remediar los males de los heridos en África, o de los
hambrientos de España…..¿Qué te parece, Amalia? Estos viejos no pueden
sufrir que una se divierta.
No te
hablo de bailes, música, paseos y fuegos artificiales porque esta carta, se ha
prolongado más de lo justo. Adiós, amiga mía, escríbeme pronto contándome
algunas cosillas de mi querida Cartagena, y di a Ricardo que no le olvido y le
quiero mucho…..no, no se lo digas que los hombres se ensanchan y envanecen
mucho cuando una dice estas cosas: adiós otra vez.—Adela.
Contestación de La Paz
En el
Diario de anuncios de Cartagena correspondiente al día 29 de febrero próximo
pasado, hemos leído en la sección de cartas
chismográfícas, la segunda, que, fechada en esta ciudad en 27 del citado
mes. Dirige Adela a Amalia, haciéndola una crónica poco benévola del Entierro
de la Sardina celebrado en el carnaval de este año.
Habiendo
pensado no contestar a la indicada carta, porque en este como en casos
análogos, el silencio es más elocuente que la pluma; tal vez descendiéramos a
hacer su análisis, aunque no estamos acostumbrados a malemplear el tiempo,
porque sabemos lo muchísimo que vale.
Mal que
pese al Diario de anuncios de
Cartagena, nuestro entierro de la sardina es ya célebre, y de nada servirá
cuanto en él se escriba para desprestigiarlo, mucho menos cuando no solo gran
número de cartageneros no han podido menos de hacer el elogio de tan brillante
mascarada, sino que ha excitado la admiración de varias personas distinguidas,
que de la corte y otros puntos han venido ad
hoc, ocupando además su descripción así en este modo en años anteriores,
las columnas de publicaciones notables.
El
espíritu que ha dictado la carta en cuestión, es la pretendida rivalidad con
que Cartagena cree que nosotros la miramos. Lejos de esto, Murcia nada tiene
que desear de la ciudad de los Escipiones, sino, sino compadecerla por el
despecho que en la generalidad de sus habitantes produce su mal disimulada
envidia.
Hoy es
ya de muy mal tono ese antagonismo entre pueblos; y preciándose Cartagena de
culta e ilustrada, sinceramente la aconsejamos que abandone su sistemático
enojo hacia nosotros que tan poco la favorece, y considere, que de insistir en
él, la sociedad no podrá menos de lanzar contra ella un anatema, lo cual
sentiríamos grandemente por ser Cartagena una ciudad que pertenece a la
provincia de Murcia.
Lo que
debe hacer nuestro colega es excitar oportunamente la esplendidez y buen gusto
de los cartageneros, a fin de que entre las muchas cosas que pueden hacer para
tener un buen carnaval en su ciudad querida, es un entierro de la sardina, y
malo o bueno, no faltarán murcianos que vayan a verle, sin que después ocupen
las columnas de ningún periódico con apreciaciones poco exactas para desahogar
una cólera que jamás han tenido.
No
obstante lo dicho, estamos muy lejos de creer que nuestro entierro de la
sardina sea una cosa acabada, pero sí creemos que hacemos inmensamente más de
lo que otros pueblos con más recursos. Que haga Cartagena otro tanto, siquiera
algo menos, y espere tranquila nuestros plácemes, que la tributaremos con
gusto.
Réplica del Diario de Cartagena de 18 de
marzo de 1860
Hemos
tenido el disgusto de leer en el diario de noticias La Paz de Murcia, correspondiente al día 11 del actual, un artículo
lleno de acusaciones injustas y poco decorosas con que se pretende, más bien que
contestar a la segunda carta, chismográfica,
publicada en nuestro diario y en la que nos ocupamos del Entierro de la
Sardina, lanzar a los cartageneros injurias que mancillan su bien adquirida
fama de franqueza y caballerosidad; y aunque el autor de la carta referida no
pertenece hoy a la redacción de este diario y hayamos tenido también la idea de
despreciar calumnias que arrastran por el lodo a quien las dirige, como
cartagenero amante de nuestro buen nombre nos ocupamos con repugnancia en
contestar el citado infamante artículo, quiera para ello tengamos que mal
emplear el tiempo cuya importancia conocemos y apreciamos tanto o más que los
redactores de La Paz.
Mal
comprendido, sin duda, el sentido en que se hallaba redactada la tal carta que
tan mal efecto ha causado a nuestro apreciable colega, ha creído ver en ella el
deseo de ridiculizar la mascarada en cuestión, cuando hemos estado pronto a
celebrarla, llevados de la generosidad, y franqueza que caracteriza a los
cartageneros y del afecto con que siempre hemos distinguido a nuestros vecinos
de la capital.
La carta
elegida a cada paso la riqueza y buen gusto del Entierro de la Sardina, y
únicamente en la parte relativa al bergantín «Africano» es donde hace notar que
había algunas imperfecciones, como la mala construcción del buque y colocación
del aparejo, no llevando más que un foque, y ese al revés; pero sin embargo, se
dice, que tanto el vapor «Tetuán» como el citado bergantín iban exornados,
iluminados y acompañados con profusión y esmero, calificando el todo de la
mascarada, como cosa sorprendente y digna de primeras capitales de Europa y que
habla muy alto en pro del desprendimiento, buen humor y gusto de los socios del
casino murciano.
Hecha
esta rectificación, no para justificarnos a los ojos de nuestros redactores,
pues estamos siempre dispuestos a contestarles en cualquier terreno a que
quieran llevarnos, sino para que se comprendas el indigno sentimiento que ha
precedido a la redacción del artículo a que contestamos, vamos a ocuparnos de
las despreciables calificaciones que nos dirige, así como también de sus
inoportunas reflexiones.
Metiéndose
de un modo imprudente nuestro colega en el sagrado recinto del espíritu,
atribuye el infundado deseo de ridiculizar cuanto en Murcia se hace, a la
rivalidad con que creemos ser mirados por sus vecinos y a la envidia que nos
hace abrigar esta creencia; y ya que a ese terreno se nos lleva, para contestar
dignamente como acostumbramos siempre, debemos decir que nunca hemos creído que
tal revalidad existiese, que hemos sido siempre los primeros en demostrarlo con
nuestros actos, siendo grosera mentira el despecho con que supone miramos sus
adelantos; y que por tanto rechazamos la compasión irónica con que los
redactores de La Paz nos brindan,
pues no solo la despreciamos, sino que creemos ser dignos de envidia en vez de
envidiosos; y si se quiere una prueba de esta verdad léanse los dos escritos
que nos ocupa y ellos contestarán a voz en grito, que el despecho, la envidia y
el veneno con que han sido escrito el artículo murciano, están manifestando a
su pesar, que si entre ambos pueblos existe esa rivalidad, no es Cartagena
quien la sustenta con pasiones groseras, que no han tenido entrada nunca en el
corazón noble de sus hijos; y si los que, con una osadía incalificable lanzan
hoy sin motivo alguno entre nosotros la tea hirviente de esa rivalidad que
rechazamos; rivalidad que nos tendría muy tranquilos si fuéramos tan pequeños
que la pudiéramos sustentar en el corazón, pero esto para aquellos que nos han
probado su antagonismo, mientras nosotros les perdonamos las imprudencias a que
les conduce su extravío.
La sociedad que cual juez inexorable ha de
juzgar a los autores del artículo que da motivo a esta contestación y a los que
por este medio lo rechazamos con desprecio, hará que su fallo o calificación de
mal tono e imprudencia, recaiga sobre aquellos que han provocado cuestión tan
indigna de pueblos cultos y sensatos.
Por
último; les damos las gracias por el deseo que manifiestan de que imitemos su
buen humor y lujosa mascarada, advirtiéndoles que, si bien no tan ricos como
ellos, indicamos nuestros sacrificios a objetos más dignos de la consideración
de los pueblos, a misión más alta que la de gastar sin fruto nuestro dinero y
en lo cual pudieran imitarnos a su vez, empleando su esplendidez y riquezas,
para no presentarse tan pequeños y dignos de la compasión con que les
correspondemos, cuando la pobre Cartagena sabe ostentarse siempre grande y
consecuente con su pasado, como merecedora del porvenir que pese a ciertos
murcianos, está llamada a ocupar.
Rogamos
pues a los redactores de La Paz de
Murcia, se sirvan insertar en su diario esta contestación, en justo
desagravio de nuestro buen nombre, que inútilmente han pretendido mancillar,
así como para corresponderles, lo haremos con sus artículos en el Diario de
anuncios de Cartagena.
En vista
de los documentos que anteceden, el público dirá de parte de quien ha estado la
agresión y de parte de quien la emplaza, templanza que demostramos con tanto
más motivo, cuanto cree debiera ser la
contestación que merece el último artículo, concluyendo con manifestar a
nuestro apreciable colega, que no nos volveremos a ocupar de este asunto por él
provocado.
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