PAGINA 6 EL BANDO DE LA HUERTA
Cuento panocho
Al que se muere lo entierran que los que quean ya s'apañan
Pos
señor, más e tres días ya, que le estaban dando er chocolate ar Tío Antón
Junes, er de Santomera; y er méico, Jimenes había llevao ar Villarba, er
meópata, y los dos habían hablao muncho latín, meneando muncho la caeza, y los
conocíos del Tío Antón Junes, entraban y salían en la casa, y le chillaban:
—¡Antón! ¿me conoces?
Y ér daba un gruñío que lo mesmo paecía que si, que
no, que, ¡Cudíao que seis asnos!; y alluego se salían iciendo:
—¡Maliquio está el probé! tía Maripepa; lo que sá
mester es que lo que sea e Dios, sea cuanti antes, que estamos en la sementera.
Y lo que estaba e Dios jué llevárselo.
¡Junema! la que s'armó en aquella casa de aullíos de
perros y de presonas... la tía Dolorosa, qu'era la máere de Antón, metió la
caeza en la sartenera, pa esahogarse dando berrios pa ella sola; la mujer de Antón
qu'era campusina de Pacheco, y mu nueveciquia, se tiró ar defunto, chillando que
a ella no la esapartaban, y que la tenían c'anterrar con su marío, que tó s'abía
arrematao pa ella; y Pepe, er mozo, que s'abía criao con Antón dinda que lo sacaron
der torno, y era como si juá su hermano, se le subió la sangre a la caeza y
arreó a dar palos a los alimales, de camino qu'iba ar pajar, a por su faca, pa
sucidiarse vivo...
De tiempo en tiempo se sintía uno:
— ¡Ayyyy!... ¿cuando lo orviaré yo? Y tos a una: ¡En
jamás de los jamases!
¡Junema! y qué sintió que jué er tío Antón Junes, er
de Santomera!
Pos menúo porrazo que vino a dar en la puerta de la
groria der Señor... San Pedro, que estaba avisao, le tenía ya ia puerta
abierta, y le ijo con una risíquia asina que lo vido:
—Vamos, hombre, pasa alante; que ya sabemos aquí
quien tú eres...
Pero, lo que nunca había pasao dista entonces, Antón
Junes no quería entrar en la groria.
—Ascucha y perdona, le ijo a S. Pedro, aquí ha habió
un dequivoco, o m'habeis hecho una mala partía. Porque ha de saber osté, tio
San Pedro, que yo estaba, pero mu bien, po allá abajo; a mi no m'había fartao
nunca harina pa un amasijo; a mi puerta no s'había parao entavía un aflegior;
yo no había tenío un sí ni un nó con mi María Pepa; er zagal.
— ¡Mira! a mí éjame e retólicas, le ijo San Pedro, y
entra que cierre.
—Pos esa es ¡que no entro!... y que me me güervo
aboa mesmo, qu'estoy haciendo muncha farta. ¡Apurámente estamos en la
sementera!
—¡Hombre, no seas asno! le ijo San Pedro. Denguna
farta hace dengún hombre asina que se muere; te digo yo que lo c'hace es
estorbo. Al muerto lo entierran, y los que quean ya s'apañan; ¿Entras o no entras?
— No lo tome osté a mal, tío San Pedro; pero yo me
güervo en cuanti me iga osté como s'abaja. Osté s'ha fegurao que mi María Pepa
es como otras y ha e saber que los déos de la mano no son iguales; ni hay
hoja...
Pero San Pedro no áspero más; le dio un metió que
Antón Junes vino a caer en metá e la groria, y cerró la puerta iciendo:
—Lo que es que como pa ser santo estorbara el ser
burro, avíao estaba Antón Junes er de Santomera...
¡Güeno era Antón Junes pa verse encerrao y no pidir su
erecho! Se jué a la Muerte pa desacer el dequivoco, y la Muerte le enseñó er
libro en que lo había llevao apuntao; y cuando vido que por este lao no había
dequivoco denguno, se jué ar Páere Eterno iciéndole que era mala partía, y er
Páere Eterno lo mandó, como icen, a freír espárragos, y alluego se jué a buscar
empeños pa que lo ejaran irse a Santomera, c'hacia muncha farta... dista que un
día vido a uno y sartó:
—¡Caliche! Esta cara la conojo yo!... ¡calla! pos ni más
conoció!... ¡si este es San Cayetano! ¡Pocas veces que l'he tirao yo cuasiquier
cosa cuando lo sacaban en prucisión… ¡Oyaste paisano!... ¿Osté no m'ha conoció?
Yo soy Antón Junes, er de la torre e los Junes en Santomera!
— Osté será quien sea, ijo San Cayetano; pero yo no lo
conojo más que pa servillo.
— Pos eso es, que yo estoy aquí por un dequivoco o por
una mala partía, y estoy haciendo en mi casa muncha farta... y lo que
yo busco es un empeño juerte de una presona que se tire a pidille ar Páere
Eterno por mí, pa gorverme a mi casa que es ande yo hago farta... que sabe Dios
mi casa como andará... conque si osté no m'arregla esto y no se tira...
—¡Arreglao! gritó una voz que era la der Páere
Eterno; que baje a la tierra ese plazo de asno, y si vé c'hace farta que se quée
allá abajo y que no güerva.
Y aquí me tién ostés a Antón Junes, c'al año
d'haberse muerto, caía como una pelota a la puerta de su casa, y lo primero que
le pasó jué que se le tiraron sus mesmos perros.
—¡Curto! ¡Palomo!, que soy yo!... que es güestro
amo!.... ¡Pos güeno está esto!... ¡Vaya un recebimiento!...
Y los perros s'encerrizaban cá ves más dista que se
sintió abrir la puerta y una vos que dicía: ¿Quién anda ahí?
Antón había conoció la vos de su mozo Pepe, y estaba
pa gritar:
—¡Pepe! ¡Pepe! ¡Cuanto m'alegro que sigas en la casa.
Pero oyó la vos de su María Pepa que s'asomaba tamién y ecía:
—¡Pepe! éntrate, Pepe, y déjalos ladrar, que pues
escutiparte.
Y la vos aquella era tan atrativa y pegalosiquia, c'Antón
ijo pa sus aentros:
—Me páece que ya no m'alegro que siga en la casa Pepe.
Y no áspero a que cerraran la puerta, y se coló
dentro, y se jué erecho a su zagal y comenzó a dalle besos, y er zagal comenzó a
dar chillíos.
—¡Máere, aquí tengo un hombre cogió, que está helao;
¡dice que es mi páere! ¡Máere, encienda osté er candil. Pepe, vén con un
palo!...
Y Antón Junes s'ejó de dalle besos a su creatura, y
se jué ar cuarto, y sintió a su María Pepa que ecía aboniquio:
—¡Pepe, tengo una pavor!
Y
sintió que Pepe le leía tamién aboniquio:
—¡No seas tonta, Mari Pepa!
—¡Miá que si juera un apareció!
—¡Cá, mujer, ar que se muere lo
entierran, ijo Pepe.
—Y por lo visto
vusotros ya us habéis apañao, ijo Antón, que no quiso ascuchar más, y se salia
pa juera cuando oyó un run-run, y era su máere que estaba rezando por él una
parte e rosario.
— Por lo que es
ésta, que no está apaña no me la ejo.
Y Antón Junes se
subió otra ves ar cielo llevándose a su máere a coscaletas.
—¡Calla, ijo S. Pedro, otra ves por aquí Antón
Junes! Pos hombre, ¿no hacías tanta farta en la tierra?
—Lo que pa mi entender hacía yo era estorbo, tío San
Pedro. Ha e saber osté si no lo sabe, que, poallá abajo, ar que se muere lo
entierran, y los que quean, ya s'apañan...
PEDRO
DÍAZ CASSOU.
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