En la ruta trazada para el estudio de nuestras raíces y en lo concerniente de nuestro idioma o dialecto, hay mucho que decir y estudiar, no siendo la persona más indicada para dar lecciones.
Si bien en mi investigación sobre los bandos panochos y su LÉXICO, encuentro en los mismos palabras que ni entiendo ni sé de donde la sacan sus autores.
Sobre los temas de la cultura popular de Murcia, encontré un libro de JUSTO GARCIA SORIANO sobre estos términos, que lo publicaré en capítulos.
ESTUDIO PRELIMINAR
INTRODUCCIÓN
I.- DIALECTOLOGÍA
La filología moderna concede, de día en día, mayor interés al estudio de los dialectos de cada región y aun al de las particularidades dialectales de cada localidad. La materia es fecunda y luminosa. Mediante su examen metódico se va haciendo luz en muchos tenebrosos arcanos de los idiomas y se va dando con la clave de problemas lingüísticos que antes parecían dudosos o se resolvían de una manera gratuita y arbitraria. La lexicografía, la fonética, la etimología y la gramática histórica tienen en la dialectología un inagotable filón que explotar.
Tal vez por un falso criterio clásico y purista se despreciaba antes el estudio de esta parte fundamental de la lengua española, tan rica sobre todo en dialectos y en lo que desdeñosamente se ha llamado provincialismos. S.: les consideraba cosa espuria, bárbara y superflua. Se partía de un principio erróneo. Solía pensarse que los dialectos se producían por degeneración o parcial corrupción de la forma culta y literaria de los idiomas nacionales; cuando, por lo contrario, éstos vienen a ser, generalmente, la uniformidad impuesta con selección y artificio sobre análogas variedades idiomáticas de un país, nacidas de antemano. Los progresos de la filología han ido, por fin, disipando tales errores y reconociendo a los dialectos su verdadera importancia.
La dialectología española ha acrecentado considerablemente, en estos últimos lustros, su caudal productivo. Contamos ya con importantes trabajos e investigaciones acerca del asturiano-leonés, del santanderino, del alavés, del navarro-aragonés, del andaluz, del extremeño, de los dialectos hispano-americanos y aun de particularidades dialectales de pueblos y pequeñas comarcas. Pero todavía falta mucho que investigar y que estudiar; aún queda por resolver buen número de problemas para poder llegar a un exacto conocimiento, cabal y de conjunto, de todos los dialectos españoles.
El estudio de los dialectos exige, de imprescindible modo, el de la geografía lingüística, y va unido íntima y esencialmente al problema de los límites dialectales. La personalidad de un dialecto suele encarnarse en su localización y determinarse por las líneas de sus fronteras geográficas. Es sabido que los dialectos se individualizan extendiéndose, en una gradación poco brusca, de comarca en comarca y de pueblo en pueblo. Escasas veces se hallan en lugares determinados diferencias bastante hondas que marquen las divisorias dialectales. En todo caso estas divisorias no pueden señalarse por líneas matemáticas, sino por extensas zonas. Los contornos de un dialecto se van esfumando poco a poco, en una ancha faja indecisa, que es como su última irradiación o su penumbra. A este propósito decía Gastón París, en su discurso Les Parlers de la France: "Le parler d'un certain endroit contiendra un certain nombre de traits qui lui seront communs, par exemple, avec le parler de chacun des quatre endroits les plus voisins et un certain nombre de traits qui différeront de chacun d'eux." Claro está que este hecho, lejos de oponerse a la existencia de los límites dialectales, los confirma.
Para los diversos problemas que enlazan la dialectología con la geografía lingüística, se han de tener hoy en cuenta los modernos trabajos del filólogo francés Mr. Gilliéron. En la serie de monografías que ha venido publicando a vista de los inmensos materiales contenidos en su monumental Atlas linguistique de la France (1902-1912), Gilliéron traza una nueva metodología a los estudios dialectales. En Mirages phonétiques y Mirages ethymologiques prueba la inestabilidad de las leyes fonéticas y la poca solidez de la etimología. Según su procedimiento más especial, el de la homonimia, para reconstruir la historia de las palabras Gilliéron toma ordinariamente por punto de partida el choque que produce entre dos vocablos la coincidencia fonética. Es como un fenómeno de concurrencia vital, que origina una selección lingüística, ocasionando, para evitar la confusión, la desaparición de uno de los vocablos coincidentes.
El método de Gilliéron es a la vez geográfico, histórico y biológico. Combinando la geografía y la historia de la lengua, llega a la geología de la lengua y, por consecuencia, a su biología, ya que la resolución de todo problema relativo a la extensión geográfica y a la estratificación de las palabraz, presupone el de la vida y muerte de las mismas.
Aparte lo que puedan tener de hipotético e inseguro las teorías de Gilliéron, no se debe prescindir de sus nuevas orientaciones, que son ordinariamente luminosas, basadas en la observación minuciosa y exacta de gran número de fenómenos dialectales.
Nos han servido de base y de guía para nuestras investigaciones, además de las obras maestras de la filología románica y los trabajos más autorizados sobre dialectos españoles, otros varios estudios que tienen puntos de contacto con el nuestro, entre ellos algunos opúsculos de Milá y Fontanals, y más especialmente el titulado Límites de las lenguas románicas; J. Hadlinriger, Sprach grenzen und Grenzmundarten des Valencianischen (inserto en la "Zeitschrift für rom. Philol." XXIX, 712-731); R. Menéndez Pidal, Sobre los límites del valenciano (apud "Primer Congres internacional de la llengua catalana", Barcelona, 1908); Pere Barnils Giol, Die Mundart von Alacant. Beitrag zur Kenntnis des Valencianischen (Barcelona, 1913); A. Griera y Gaja, La frontera catalana-aragonesa (Barcelona)
EL DIALECTO MURCIANO SUS CARACTERES PRINCIPALES Y SUS LIMITES GEOGRÁFICOS
Dialecto murciano es la variedad del idioma castellano que constituye el lenguaje peculiar de la región murciana. Como en ésta la población rural, muy numerosa, suele vivir alejada de los centros urbanos, con sus costumbres y tradiciones propias arraigadísimas, el lenguaje rústico tiene más acentuadas las formas originarias dialectales. Por tal circunstancia, el murciano nos ofrece una diferencia muy ostensible entre las tres categorías sociales de los dialectos: la familiar de las personas cultas; la vulgar, propia del proletariado urbano, y la rústica, empleada por los habitantes de las aldeas y de los campos. Al habla rústica de los huertanos o labriegos de las Huertas de Murcia y Orihuela se le ha dado el nombre de panocha.
Los caracteres más salientes del dialecto murciano, considerados en conjunto, pueden dividirse en cuatro clases: léxicos, fonéticos, morfológicos y sintácticos.
CARACTERES LÉXICOS.— El examen atento del vocabulario murciano nos da a conocer una nota muy característica: el gran predominio de los aragonesismos, y más aún, de los catalanismos y valencianismos.
CARACTERES FONÉTICOS.— Son muchos y complejos. Los más principales: Movilidad y rotación de las vocales con frecuentes asimilaciones y disimilaciones. Diptongaciones anómalas, algunas ante yod como influencia aragonesa, y contracciones por sinalefas e hiatos. Permutaciones de consonantes del mismo órgano o igual grado, y en especial de la 1, r y n. Elisión de las sonoras b, d, r y n. Pronunciación típica de la ch. Permuta de las sonoras b y g y de las fricativas f y j ante u. Fricación de las sonoras b y g cuando van precedidas de s o z. Asimilación de la s a las consonantes oclusiva siguientes. Aspiración de la s final. Substitución de la z final por la s, y confusión de esta última letra con el fonema interdental fricativo de la c y z. Refuerzo nasal de n ante la palatal ch y a veces ante s y z. Simplificación de algunos grupos consonantales, como bl, cl, gl, y conservación de otros grupos arcaicos.
CARACTERES MORFOLÓGICOS.— Abuso de prótesis, aféresis y apócopes. Cambios de género. Abundancia de formas compuestas y derivativas con gran variedad y riqueza de sufijos, siendo el más típico el del diminutivo general en -ico y el del rústico -iquio, de antigua influencia aragonesa. Confusión de, algunos sufijos pronominales, como los por os. Alteración de muchas formas verbales por analogías y arcaísmos; y empleo de algunos típicos adverbios de lugar y tiempo, corno diquia, inda o inde, hista, aguá, etc. y locuciones adverbiales como a bonico, tanimientras, etc.
CARACTERES SINTÁCTICOS.—Son los más escasos; pero no faltan algunos muy típicos, corno el de la substitución del auxiliar haber por el verbo ser en la formación de los tiempos perifrásticos, y de la 1.a persona del plural del pretérito perfecto simple de indicativo por la 1.ª persona del plural del presente de subjuntivo en los verbos de la primera conjugación; y la reduplicación o pleonasmo verbal en perífrasis como: "Cuando allego que allegué a mi casa", "En comiendo que comas", "Si sacas que allegas a sacar el último número", etc.
El área de extensión del dialecto murciano no es la de la actual provincia de Murcia, sino mucho más amplia. Las arbitrarias demarcaciones de la vigente división territorial de España no suelen coincidir con nuestro mapa histórico y filológico. Debe, pues, entenderse por región murciana el territorio del S.E. de la Península Ibérica que ya en la antigüedad constituyó, bajo diversos nombres, una entidad geográfica con personalidad propia y caracteres bien definidos, y que más concretamente, cuando su reconquista- en el siglo XIII se denominó reino de Murcia. Tradiciones, costumbres, lenguaje y la natural permanencia de las especiales circunstancias de topografía, clima, producción, etc., hacen que perduren sus rasgos regionales inconfundibles.
Los límites del antiguo reino de Murcia venían a ser, poco más o menos, los mismos que hoy tienen las actuales diócesis de Cartagena y Orihuela. Según Madoz, "se componía de nueve partidos, que eran el de la capital, Cartagena, Lorca, Villena, Chinchilla, Hellín, Albacete, Cieza y Segura de la Sierra. Su límite N. era con la provincia de Cuenca; por el NE. con el de Valencia, que encerraba en sí la ciudad y huerta de Orihuela; por el E. y SE. con el Mediterráneo; por el SO. con el reino de Granada por comprender todo el territorio que hoy forma la provincia de Almería, y por O. y NO. con la Mancha y algunos pueblos de la de Cuenca". Madoz no incluye los pueblos de la antigua gobernación de Orihuela, que pasaron a la Corona de Aragón en virtud de la sentencia de Torrella (8 de agosto de 1304).
El antiguo reino de Murcia, a causa de sus vicisitudes históricas, sufrió con frecuencia alteraciones y cambios de fronteras. Estas alteraciones se reflejan ahora en el mapa filológico de su habla dialectal, aumentando la dificultad con que siempre se tropieza al querer fijar con precisión los límites geográficos de los dialectos. En el murciano, la dificultad es también mucho mayor por la complejidad de los elementos que lo forman. No obstante, ateniéndonos a los caracteres más salientes del mismo, podemos bosquejar sus contornos geográficos del modo siguiente:
Por el N. y NO. la provincia de Cuenca y los partidos de La Roda Alcaraz de la de Albacete, que son más propiamente manchegos, aunque con influencias murcianas. Los demás partidos de esta última provincia, a saber, Casas Ibáñez, Almansa, Chinchilla, Albacete, Hellín y Yeste caen dentro de los límites de nuestro dialecto, si bien con zonas de transición más o menos murcianizadas.
Por el O. se extiende hasta las provincias de Granada y Almería. En esta frontera occidental tiene cruces y mutuas influencias con el dialecto andaluz. Los distritos de Huéscar, Vélez-Rubio y Huércal-Overa presentan bien patente su murcianismo. Lorca,en cambio, ofrece influencias andaluzas.
Por la frontera oriental, que constituye la divisoria entre el murciano y el valenciano, ambos tienen enclaves, cruzamientos y mutuas influencias en las provincias de Valencia y Alicante. Traza esta divisoria una línea sinuosa de N. a S., que pasa por los pueblos y términos municipales de Cofrentes, Cortes de Pallás, Millares, Jalance, Jarafuel, Teresa de Cofrentes, Ayora, Muela, Enguera, Almansa, Fuente la Higuera, Campo de Mirra, Vi- llena, Biar, Elda, Raspay (entre los términos de Jumilla y El Pinoso), Monforte, Aspe, Abanilla, Hondón de los Frailes, Albatera, Catral, Dolores, San Fulgencio, Daya Vieja, Formentera, Rojales, La Mata y Torrevieja. Todos estos pueblos caen dentro de los límites dialectales del murciano. Este confina por el SE. y el S. con el Mediterráneo.
En resumen, el dialecto murciano limita por el N. con el manchego, por el E. con el valenciano y por el O. con el andaluz, de los que ha recibido la natural influencia de vecindad.
Como ocurre siempre con las hablas vulgares, el murciano no guarda completa uniformidad en todo su territorio, sino que ofrece dentro de él zonas de diferenciaciones caracterizadas por variedades léxicas y fonéticas. Muchas palabras y fonemas tienen su localización peculiar, y aun suelen aislarse en puntos esporádicos. Vocablos arcaicos o matices de pronunciación, por un fuerte arraigo tradicional, perduran en estas o aquellas comarcas, mientras en otras han experimentado alteraciones y cambios o han sido substituidos por sinónimos equivalentes.
Pero el hecho más saliente y curioso es la evolución que han tenido muchas voces de origen catalán-valenciano al irse corriendo desde la frontera E. a la O.; pudiéndose observar cómo la enérgica fuerza castellanizante del murciano occidental las ha transformado con simples procedimientos semánticos o fonéticos. Para sólo citar algún ejemplo ahora (pues de ello hemos de tratar detenidamente más adelante), alegaremos la palabra espolsar (sacudir el polvo, del catatalan y valenciano "pols", polvo) y sus derivadas espolsador (zorros, sacudidor) y polsaguera (polvareda), usuales en la parte oriental y central de la región, las cuales, al llegar a la parte occidental y perder en ella su valor originario, han sido modificadas y trocadas en es pulsar, es pulsador y espulsacra, respectivamente, por una falsa etimología popular o sinonimia sacada del castellano expulsar. De igual modo las palabras rebuche (desecho de la fruta, redrojo, del cat. y val. "rebuig") y trenque (descalabradura, chirlo, del cat. y val. "trenc" o "trench"), en uso muy corriente en la parte levantina, al pasar a la occidental han sido transformadas en rebusco y trinque, por sinonimia con rebuscar y trincar. Y así otros muchos vocablos que después estudiaremos.
Lo mismo ocurre con la distribución de sinónimos de distinta procedencia. Mientras, por ejemplo, en pueblos de la parte N.O. se emplean los aragonesismos alatón (almeza) y alatonero (almez), en los del centro, sur y sureste se usan los valencianismos sinónimos lirón y lironero.
El seseo valenciano, o permuta del sonido interdental c y z por el alveolar fricativo sordo de s, se conserva en algunas comarcas de la parte levantina y meridional de la región (distritos de Elda, Aspe, Monforte y partidos de Orihuela, Dolores y Cartagena); mas, a través de algunas confusiones en la parte central, se extingue por completo en el N.O.
La pérdida de la i postónica en el sufijo ísimo de los superlativos, usual en la parte N. y aun en el distrito de Yecla, por influencia manchega, no se efectúa nunca, ni en el lenguaje rústico, en el resto de la región.
La aspiración y eliminación de la s final, muy constante en la parte O., por influjo andaluz sin duda, va siendo menos frecuente a medida que nos aproximamos al sector oriental, donde apenas se advierte este fenómeno.
En cuanto a la distribución geográfica del yeismo y del lleismo, aquél predomina sobre éste, y es siempre usado en los centros urbanos más populosos y cultos, mientras el lleismo sólo suele emplearse en los pueblos pequeños, aldeas y comarcas rurales.
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