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Núm. 317 19 DE MARZO DE 1859 AÑO II
LA PAZ
PERIÓDICO
DE NOTICIAS, AVISOS Y DE FOMENTO DE LA PROVINCIA DE MURCIA
CARNAVAL
Tras una gran borrasca viene la calma:
tras la alegría el llanto. Si, marcianos, lloremos a moco tendido, lloremos a
la que tantos ratos sabrosos nos ha proporcionado, a aquella a quien si Noé hubiera
conocido, para darle homenaje hubiera cultivado la vid aun dentro del arca; a
la que el mismo dios Baco rinde vasallaje; a aquella cuya esqueleto, olor ó
nombre tienen el mágico, poder de desocupar una bodega; lloremos, en fin reinos
a la Sardina.
¿Quién nos había de decir tres días antes,
cuando se hallaba esta Señora tan fresca y tan lozana, y cuando todos,
presididos por el príncipe Cabriolas, nos apresurábamos a festejarla que su
vida amenazaba peligro? Esto parece un sueño, mas no, no son sueños los recuerdos
que ha dejado en nuestros estómagos y en nuestros corazones, ¡No conocíamos
que las dulces aguas del Segura habían precisamente de acortar la vida de alta
salada Señora! Poca previsión he tenido, pues de lo contrario fácilmente
hubiéramos traído a esta (con el beneplácito de Neptuno) el ruar Negro aunque
se hubiese quedado en seco Sebastopol.
En tan sensible pérdida no nos resta más que
el consuelo de hacerle saber a su digna heredera, que se halla bajo la tutela
de Tetis y Neptuno, los festejos que se hicieron a su Mamaíta en su triunfante
entrada en esta ciudad, así como los auxilios que se la prodigaron en su enfermedad,
y las lágrimas, gritos, oyes, quejidos y pucheros que causó cuando corra el
aparato digno de tan heroica dama fue conducida a su última morada
La gente
de la huerta estaba apostada
al rededor de esta ciudad para que no se les escapase, entrara por donde quisiera;
y al fin vino a desembarcar el domingo a las diez de la mañana a la plaza de
San Agustín, desde donde fue acompañada a su alojamiento, que lo fue el palacio
del Casino, en la forma siguiente:
Rompía la marcha la banda del señor Córdoba disfrazada de huertanos, a la
que seguía una mascarada a caballo, en la que figuraban varías basureros y
otros caprichos.
Tras esta iba una muy ataviada carreta tirada por gente de cuatro
orejas, en la que se publicaba la fausta nueva de la llegada de tan noble
Señora.
Después iba la música del señor Mirete con igual disfraz que la anterior a la que seguía otra carretela tirarla
por cuer……
tes
que había en los a balcones, a
que flores y versos.
Detrás otra carroza tirada también por una misma familia
remendando un bodegón.
Le seguía inmediatamente otra berlina tirada por.... (Dios nos
libre) en la que un baile de boda.
A este segura un magnifico carro tirado por mulas figurando un
huerto con frutales, y bajo un naranjo una sartén monstruosa llena de sémola,
al rededor de la cual iban comiendo varios, y colgada en las ramas del
referido naranjo la madre de todas las jarras de cabida de unos tres cántaros
de agua. Por último cerraba la marcha una comparsa de huertanos en burros.
A la vez salió del Casino una comisión figurando un ayuntamiento
ridículamente disfrazado con trajes antiquísimos; los sombreros de copa tenían
dos dedos de ala y una vara de altos, las faldillas de los fraques concluían
en punta aguda en los talones, calzan corto, chalecos bordados a la antigua,
media y zapato con hebilla; al cuello llevaban unos pañuelos-tohallas y unos
cuellos en las camisas cuyas agudísimas puntas concluía en los ojos. Iba
precedido por la banda militar del señor Esbrí, y digiriéndose por la calle de
la Platería fue a la plaza de Sta. Catalina a recibir a la mascarada anterior,
desde donde reunidas se dirigieron ambas al Casino. Allí teman preparado un
magnifico y elegante refresco compuesto de lechugas, habas, y otras
delicadezas por el estilo. Concluido el refresco volvió el referido
ayuntamiento a despedir a la mascarada hasta el punto donde la recibió,
volviendo cada cual al punto de partida.
A poco de haberse alojado la memorable dama, empezó a sentir
cierto mal estar ya producido por la abundancia de perfumes, ya por el
cansancio ocasionado por la recepción de tantas visitas, ó ya, en fin (y esto
es lo más probable) por no probarle las aguas del Segura. Pasó la noche del
domingo muy intranquila y amaneció muy mala. Inmediatamente se mandó venir del
mar Cantábrico al médico Caramel, del Jonico al doctor Sargo, y del
Mediterráneo al licenciado Chirrete, y después de varias consultas, hacerles
sacar a la enferma mil veces la lengua, y pulsarla cuatro mil, acordaron una
sangría. La efectuó el maestro Tiburón y se le quedó entre las manos. ¡¡¡Fatal sangría!!! Sangría que nos arrebató a la más cara, la mas pero a qué
entristeceros más? Bastante habéis jeme cado.
En el acto se determinó publicar tan infausta noticia, y al efecto
el lunes salió a las once de su mañana del palacio mortuorio un bando en el que rompía la marcha la banda
del señor Esbrí, y después el secretario y pregonero a caballo escoltados por
un escuadran de Mayares y otro de Suizos, cerrando la comitiva otra banda
de música, y tanto esta como la anterior vestían traje de marineros.
Desde este momento se pintó la tristeza en el rostro de todos los
murcianos, excepto en el de algunos miles que para desechar el intenso dolor
que la muerte de la finada causaba en sus vientres, procuraban hacer ejercicio
loqueando por estas calles sin interrupción hasta el momento en que el martes
fueron a conducirle los restos de nuestra Heroína a la última morada. Entonces
fue cuando todos vinieron a conocer lo que valía la pérdida que experimentaban
y se agolparon en tropel al palacio de la finada a tomar cirios para acompañar
el fúnebre cortejo. Las casas de las calles que este había de recorrer se
iluminaron como por encanto y al fin salieron a las siete de la noche. Miles de
luces en dos disiparon las tinieblas y dejaron ver:
Los franqueado res precediendo a un estandarte blanco, emblema de
la inocencia de la finada, conducido por un guerrero a caballo, cuyo bruto
tenia los cascos al parecer sobre dorados, porque de oro tal vez no serían.
Seguían cuatro gigantes representando a Europa, Asia, África y
América.
Después se dejaba ver un magnífico carro adornado de pámpanos que
conducía al dios Baco, que sobre un tonel iba haciendo de las suyas.
Tras este seguía la falúa de sanidad sobre las olas de un mar
embravecido; en ella iban unos veinte marinos, capitán del puerto y médico.
Detrás marchaba otro carro de capricho.
Seguíale otro figurando un teatro, en el que con la música de un
violín y un redoblante iban parodiando la última escena de la ópera El
Trovador.
A este seguía, otro representando la Aurora.
Después venia otro con la alegoría del Destino movimiento, alegría
y vida por delante, y la muerte con su guadaña en una gruta a la espalda.
Seguía a este tirado por dos pares de bueyes, guano se velan un
magnífico bergantín con muchos marinos pescado sardina; eran sus dimensiones
tan colosales que por la estrechura de algunas calles tuvieron que arriar el
velamen para poder seguir.
En seguida marchaba el escuadran de caballería de Magyares.
Detrás, tirado por cuatro magnificas caballos negros sus
correspondientes penachos venia el hermoso carro de Vulcano, el que con su
fragua mágica y luces de colores, pólvora y demás entusiasmaba a los
espectadores; mies de cartuchos de dulces y ramilletes de flores naturales,
salían de entre las llamas a parar en los balcones coronados de hermosas jóvenes. Otra banda de música con traje de marineros iba inmediatamente detrás
tocando escogidas piezas, al compás de las cuales sonaban los martillos sobre el
yunque de la fragua de Vulcano
Marchaba en seguida la caballería de suizos, y tras esta la
comparsa de pajes y enanos, mandada esta por el enano de mando de Rejón, que
iba sobre un borrico,
llevando un morrión de gastador y una descomunal espada.
A estas seguían los gastadores armados de formidables útiles como
cucharas, trinchantes, parrillas, etc.
Detrás de estos seguía otro estandarte encarnado en el cual se
manifestaba ser presente el octavo aniversario que por la excelsa y
sabrosa Señora se tenia el disgusto de celebrar.
Necesario es, que aquí hagamos una Pausa y nos preparemos a
recibir el más bello ideal que darse puede. Tirado por ocho caballos cuya
blancura envidia hasta la misma nieve, enjaezados con hornachos y arreos
encarnados con sus correspondientes palafreneros, puestos de calzan corto
blanco, bota de montar, casaca encarnada y sombrero de tres picos guarnecidos
de blanco, e igualmente el postillón y tronquistas, avanza majestuoso el carro
que conduce el cuerpo de la inolvidable finada.
Desde el pescante, ó mejor dicha, los del trono que ocupan los
intrépidos e inteligentes tronquistas, principia a mecerle tranquilamente el
ancho mar, anal que se retratan cuantos objetos contribuyen a solemnizar el
entierro de su muy querida hija; de sus aguas nacen escarpadas rotas, por
entre las que se ven nadando varios delfines de tamaño natural, en la cumbre
de la más elevada se verá la diosa Tetis con una posición tan perfectamente
estudiada que completa, la ilusión
Tras este, y tirado por buenos briosos caballos con sus penachos,
marchaba una carrete de respeto, conduciendo a cuatro individuos del Casino
con traje de rigorosa ceremonia.
Seguía otra banda de música en igual traje que la anterior,
cerrando por último la fúnebre mascarada una grandiosa y lucida escolta de
caballería.
La celebridad que cada año obtiene esta mascarada hace que
nuestra capital se vea en estos días casi ó más concurrida que en los días de
feria, tanto que el tercer día vimos a las tres de la tarde, forasteros que no
encontraban donde alojase y aun después, llegaron las diligencias llenas. Con
todo, a pesar de este bullicio, no ha llegado a nuestra noticia, haya habido
desgracia alguna en los tres días de algazara,
También los bailes se han hallado concurridísimos, especialmente
el del Casino del tercer día, para el cual no bastaba ni aun con el patio que
al efecto se habilitó.
Concluimos dando nuestro parabién a las personas que, ya tomando
parte, ya dirigiendo, han llevado a cabo estas mascaradas por el buen éxito que
han obtenido todas, quedando por ello sumamente complacidos paisanos y
forasteros.
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